19 sept 2012

Días extraños.


Sudestada porteña, día gris de lluvia incesante. El alma pide a gritos cinco minutos de anclaje en el mundo interior. Al igual que la hora de almuerzo, debería ser obligatorio en todos los oficios, cinco minutos para leer y escribir una poesía que nos rescate del oleaje de las malas noticias.
Poesía cargada de esperanza y futuro, poesía contra las ideas de la “Troika” que exige flexibilización laboral, extensión de la semana y de la carga horaria y por si fuera poco, reducción de las indemnizaciones para el trabajador que vive en país rescatado. El precio del rescate (y la estafa) lo paga el que menos tiene ... oximoron de la modernidad líquida.

Poesía necesaria como el pan de cada día ...


Tiempos difíciles dicen que vivimos.
Y no saben, amor que es más difícil
llegar hasta tu boca que cincuenta hipotecas.
Que vale más un verso pronunciado en tus labios
que todos los discursos del presidente electo.

Que por mucho que digan de promesas y leyes
me quedo con lo escrito en tu pecho y tu ombligo.
Que la mejor campaña es la que empieza en esa
suavidad de tu vientre cuando todo amanece,
cuando prefiero un dedo tuyo a todos los anuncios.

No saben ellos, los que ganan los votos
lo duro que resulta ganarte cuando besas,
ni tienen puta idea de tu andar por el último
rincón de la memoria que cada día gano,
cuando vuelvo a ser niño y quisiera abrazarte.

Ellos los que recuentan la sangre y las monedas
y prohíben mordiscos y los cuerpos desnudos,
los que son incapaces de comerse la boca
no saben del placer que brota incontenible
ni de los más sucios besos que nos llevan al cielo.

Y dicen esta noche todos los telediarios
que vienen días extraños y habrá que prepararse.
Me preparo en tu cuerpo, mi bandera añorada,
sabiendo que por mucho que haya vencido el miedo
conmigo vas tú misma que crees en la alegría.

Venceremos a todos, a cuchillos y sombras
porque nadie nos puede empañar esta vida,
la misma que tuvimos, la que ahora regresa,
pedacitos de sueño en tus ojos de fiebre.

No podrán con nosotros. No podrán con ninguno
que busque entre la carne las plumas de los ángeles.