A veces creo pertenecer a otros tiempos, a otra época, tal vez por eso mismo escribo. Justamente para que el látigo del mundo actual me duela menos, seguramente si Woody Allen me leyera, seguramente me transportaría a la bohemia de los años veinte. Una vez escuché por ahí que la nostalgia viene de la negación del presente ... Quizá siempre conviví con algo del presente que mereció ser negado. Si tendría que intentar abordarlo pienso que ese "algo" es la vanalidad y la precariedad de los estándares que rigen el modo de vida actual, entre ellos, consumismo, vanidad, ligereza, pánico y aislamiento. Definitivamente pienso que de ese "algo" huyo diariamente.
Basta leer un magazine femenino actual para encontrarse con miles de recetas que a un ente mercantil se le ocurrió que las mujeres necesitamos incorporar a nuestra vida para lograr ser felices.
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Es que en la sociedad líquida está prohibido mirar hacia atrás, porque lo antiguo no solo ya fue, sino que nunca sirve. La esencia no cuenta, solo importa lo aparente, lo que se ve y por supuesto éso que se deja ver siempre debe parecer joven, bello y audaz. Así es como a diario se lucha para contrarrestar el paso del tiempo, negar las heridas y esconder las miserias debajo de la alfombra.
Lejos de intentar justificarme, frente a los valores líquidos, me abrazo a la nostalgia por aquello que un día fuimos entonces la bohemia de mi interior cobra sentido. Y encuentro refugio en las palabras del poeta uruguayo: "El pasado es
siempre una morada. Cuando nos mudamos al presente, a veces alimentamos la
ilusión de que cerrando aquella casa con tres candados nos vamos a ver libres de ella para siempre. Sin
embargo, no podemos evitar que una parte de nosotros quede allí, coleccionando
goces o rencores, transmutando los momificados hechos, en delirios, visiones o
pesadillas. Esa parte de nosotros que allí queda nos llama cada tanto, nos hace
señales, nos refresca viejas primicias, y todo ello porque es la primera en
saber que no nos conviene abandonarla, hacer de cuenta que nunca existió. El
olvido es, antes que nada, aquello que queremos olvidar, pero nunca ha sido
factor de avance. No podremos llegar a ser vanguardia de nada ni de nadie, ni
siquiera de nosotros mismos, si irresponsablemente decidimos que el pasado no
existe."