22 jun 2012

Pensando como hija de una época política.


El invierno congeló la calma y nos trajo vientos llenos de carga política. Todo alrededor se tiñó del famoso “tinte político”,  se vislumbran colores bien definidos, otros un tanto difusos y por supuesto nunca puede faltar el incoloro aquel que se tiñe de neutro (como si en realidad existiera). Ayer finalmente Moyano logró un porcentaje superior al que consiguió la mayoría de los gremios, que se aplicará sobre sueldos que están entre los más altos. Por estas particularidades no puede considerarse un mal acuerdo.
Se había jugado una carta importante con un paro que para apretar al Gobierno debía apretarnos a todos indirectamente, mientras la falta de gas y combustible comenzaba a jugarle en contra y encima el Gobierno lo usaba para defenderse y no admitir la falta de suministro energético. Moyano salió del laberinto tras reunirse con el presidente de la cámara empresaria. A su vez, los empresarios también estaban en problemas, porque el Gobierno les había advertido sanciones en caso de desabastecimiento.
Finalmente Moyano levantó el paro, pero al mismo tiempo llamó a otro por 24 horas con movilización a la Plaza de Mayo con la bandera del mínimo no imponible y las asignaciones familiares, que obviamente es de todos los sindicatos. En este escenario la Presidenta queda metida en otro apuro porque verdaderamente este reclamo es incuestionable. Por lo tanto, si no cede, pagará un precio y si lo hace, el “camionero” habría ganado una victoria política importante. Y podemos imaginarnos lo que eso implica.
Mientras Cristina permanece en silencio, Boudou sacude a Moyano con el viejo recurso de la corrupción. Scioli volvió de sus vacaciones y presumo que al mejor estilo conspirador permanece callado, Mariotto básicamente cumplió instrucciones y de pronto De Vido ya no es aliado de Moyano.
Me pregunto, si esto no es un verdadero escenario político ¿Qué es? 
Después de décadas de sometimiento económico y cultural, vaciamiento económico y debilitamiento de las organizaciones sociales, en 2.003 se reinstaló el debate, la crítica en su máxima expresión, la protesta, la lucha y la capacidad de exigir el cumplimiento de nuestros derechos. A partir de 2.003 los argentinos empezamos a mirarnos a nosotros mismos y al fin dejamos de vivir con la mirada puesta en el país que fabrica dólares y en la gran Europa. Pienso que nuestras voces concientes de este escenario y de lo que está en juego, constituyen una verdadera potencia, tan poderosa y legítima como la de los representantes que por hambre de poder pueden torcer las bases del modelo de país que la mayoría de los argentinos hemos elegido.
Para todos aquellos que dicen que de política no hablan, que para eso ya demasiado hay con los discursos políticos… y bajo esa excusa no se informan, pierden el interés, no piensan en dimensión social y se aislan en función del interés personal; me vienen a la mente los versos que una vez leí de la polaca Wisława Szymborska (Nobel de literatura 1.996)

Somos hijos de nuestra época
y nuestra época es política.

Todos tus, mis, nuestros, vuestros
problemas diurnos, y los nocturnos,
son problemas políticos.
Quieras o no,
tus genes tienen un pasado político,
tu piel un matiz político
y tus ojos una visión política.

Cuanto dices produce una resonancia,
cuanto callas implica una elocuencia
inevitablemente política.

Incluso al caminar por bosques y praderas
das pasos políticos
en terreno político.

Adquirir significado político
ni siquiera requiere ser humano.
Basta ser petróleo,
pienso compuesto o materia reciclada.

Los poemas apolíticos son también políticos,
y en lo alto resplandece la luna,
un cuerpo ya no lunar.
Ser o no ser, ésta es la cuestión.
¿Qué cuestión?, adivina corazón:
una cuestión política.

Ojalá seamos capaces de aunar en los diferentes foros de asociación, la búsqueda de alternativas. O mejor, ojalá seamos capaces de promover una cultura democrática que le demuestre a la dirigencia que los ciudadanos tenemos potencial para exigir el cumplimiento de nuestros derechos como prioridad y, por tanto, que la soberanía vive realmente en el pueblo. Ojalá seamos democracia realmente participativa y siempre en alerta.