Desperté hoy, como cada mañana, acelerada, aunque cansada. Dispuesta, aunque con una parte de mi enraizada entre las sábanas abrazando los restos de ése último sueño que pudo matar el deseo que durante todo el día anterior había estado latente. Ese mismo anhelo que me había robado más de una sonrisa mientras cruzaba la calle hacia la oficina, mientras leía las noticias, mientras intentaba concentrarme en la redacción -por cierto tan pero tan formal y estructurada- de mi trabajo, mientras viajaba de vuelta a casa en el colectivo y observaba los rostros cansados de mis compañeros de trayecto. En fin, no solo desperté sino que le declaré la guerra al ruido violento del despertador susurrando mi canción preferida. Y así me vestí para abrir la puerta de casa y enfrentar la locura de la ciudad, los ruidos, el smog, los atropellos, los enojos, la gripe, la oscuridad, las prisas y la humedad extrema, por supuesto, culpable de todos nuestros males como mi abuela solía irónicamenete decir. Mientras caminaba recordaba todas y cada una de las obligaciones con las que tengo que cumplir hoy e inevitablemente pensando en todos los pendientes y todos mis "Ojalá"... a veces me pregunto que sería de mi sin ellos ... ¿Acaso tendría sentido despertar sin ellos? Definitivamente no.
Volviendo al camino hacia la oficina, a todo el escenario violento y gris tengo que sumarle la sobrecarga del colectivo ... con la voz de la radio hablando de un choque múltiple con un muerto y dos heridos, una seguidilla de robos en la capital, el proyecto de despenalizacion de drogas frenado en Diputados y el secuestro de un jefe policial en Acceso Norte, aunque ni un comentario sobre el programa de financiamiento para construcción de
viviendas, que según fuentes oficiales, más de 302 mil personas iniciaron el trámite para
obtener los préstamos en la página web de la Anses. Pareciera que ciertos medios de comunicación tienen prohibido difundir noticias que permitan a los argentinos recuperar las ganas de soñar... ¡Suerte que, para contrarrestar ese interés mezquino existe un "excesivo" uso de la cadena nacional!
Y así, fuí conectándome con el entorno y me detuve en las palabras de una mamá, abrazada a su hijo, camino a la escuela. El nene le decía que la iba a extrañar y que a su regreso, si el sol salía, irían a la plaza a jugar con sus otros hermanitos aprovechando que hoy no hace frío.
Confieso que la charla me enterneció, y me volvió a conectar con uno de mis "Ojalá", uno de esos que me pintan sonrisas de pronto, cada vez que aparecen y que funcionan como motores para volver a abrazar mi esencia y despegarme de las fatalidades. Una vez más, las palabras de Marco Polo en Las Ciudades Invisibles se me tornan inevitables, "El infierno de los vivos no es algo por venir, hay uno, el que ya existe acá, el infierno que habitamos todos los días, el que formamos estando juntos. Hay dos maneras de no sufrirlo. La primera es fácil para muchos: aceptar el infierno y volverse parte de él hasta el punto de dejar de verlo. La segunda es riesgosa y exige atención y aprendizaje continuos: buscar y saber quien y que, en medio del infierno, no es infierno, y hacer que dure, y dejarle espacio".