En el día de mi cumpleaños quiero declararle mi amor a las pequeñas cosas, esas que se muy bien, me van a rescatar siempre que sienta el mundo derrumbarse a mi alrededor. ¿Acaso la esencia de lo imprescindible no vive en la sobremesa y la copa de vino? ¿En el poema y la canción que cantamos para recordar que la vida es realmente hermosa? ¿En los abrazos sinceros, en las sonrisas cómplices y en el mate que, de mano en mano, sigue la ronda? Las pequeñas cosas de cada día son una ventana abierta a la esperanza, aquella por la que se vislumbra un futuro mejor, ese dulce refugio en el que Lautaro y otros han de convertir el mundo. Si fuera posible pedir un regalo esta noche, pido que no haya más despedidas … Quisiera poder eternizar las risas, la alegría, la buena salud y la vida de las personas que hoy me acompañan en este camino.
Si fuera posible cumplir un deseo, me sumo al sueño de Eduardo Galeano y
pido vivir en un mundo donde la gente trabaje para vivir, en lugar de
vivir para trabajar. Donde se incorpore a los códigos penales el delito de
estupidez, que cometen quienes viven por tener o por ganar, en vez de vivir por
vivir nomás, como canta el pájaro sin saber que canta y como juega el niño sin
saber que juega… Vivir en un lugar donde
los economistas no llamen “nivel de vida” al nivel de consumo. Un lugar donde los políticos no crean que a los
pobres les encanta comer promesas. Donde la muerte y el dinero pierdan sus
mágicos poderes. El mundo ya no estará en guerra contra los pobres, sino contra
la pobreza, y la industria militar no tendrá más remedio que declararse en
quiebra.
La comida no será una mercancía, ni la comunicación un negocio, porque la
comida y la comunicación son derechos humanos. La educación no será el
privilegio de quienes puedan pagarla. La justicia y la libertad, hermanas
siamesas condenadas a vivir separadas, volverán a juntarse, espalda contra
espalda. Serán reforestados los
desiertos del mundo y los desiertos del alma. Los desesperados serán esperados
y los perdidos serán encontrados, porque ellos son los que se desesperaron de
tanto esperar y los que se perdieron de tanto buscar. Seremos compatriotas y
contemporáneos de todos los que tengan voluntad de justicia y voluntad de
belleza, hayan nacido donde hayan nacido y hayan vivido cuando hayan vivido,
sin que importen ni un poquito las fronteras del mapa o del tiempo. La
perfección seguirá siendo el aburrido privilegio de los dioses; pero en este
mundo cada noche será vivida como si fuera la última y cada día como si fuera
el primero.
Cierro los ojos y pido que a partir de hoy y para siempre
no haya un sólo chico viviendo en la calle. Pido que las convicciones y el coraje
de políticos como Salvador Allende se reencarnen en el corazón de quienes deciden nuestro
futuro. Pido que el compromiso para con quienes menos tienen y pueden, se
transforme en Ley Nacional. Pido que el gobernador de nuestra provincia se
ocupe de la salud y la educación pública. Pediría que no haya más adolescentes
que no estudian ni trabajan. Pido que oficialismo y oposición se abracen a la hora de gestionar el bien común. Pido que el Estado Nacional tome conciencia de
las vidas que estamos perdiendo física y moralmente a causa de la droga y asuma
la responsabilidad de abordar este flagelo. Pido que América Latina mantenga la frente
alta y siga enfrentándose al monstruo usurero del primer mundo. Pido que
escribir poesía sea obligatorio para todos, en los colegios, en las oficinas,
en todos lados.
Pido volverte a ver. Pido continuar aquello que empezamos. Pido que tu nombre deje de ser un recuerdo. Pido que vuelvas y traigas más días como los de marzo. Pido que Rodolfo Serrano nunca deje de hablar de amor ...
De todas las
historias, y si puedo, he de elegir la nuestra.
La que nunca saldrá
en los calendarios ni en los libros escritos.
La que tu y yo
dejamos pintada en las paredes y en las sábanas.
Aquella que no tiene
hazañas que contar más allá de nosotros.
De todas las más
bellas epopeyas, prefiero la marcada
en tus labios
benditos, la heroica odisea de una noche contigo.
El cansancio sin
sudor de los dioses en cualquier madrugada,
la conquista sin
sangre de aquella fortaleza que llamaba tu cuerpo.
De todas las
historias, me quedo con tu nombre,
Aunque nadie lo sepa,
Aunque ya no sea mío.