Frío que corta como
un vidrio roto. Frío que congela el dulce recuerdo de
aquella alameda testigo de la sorpresa en nuestros rostros al vernos por
primera vez. A esta altura la esperanza ya es una copa vacía que no sirve para
saciar mi sed. Los días tienen su momento de incógnito, ese espacio que tu voz
ya no llena. Cansada
de buscarte inútilmente entre la gente, fantaseo con la posibilidad de fabricar
casualidades. Esta tarde llora en mis lágrimas la dulce Tita de Laura Esquivel.
Como cuando descubrió que Pedro nunca más volvería. Finalmente el mismo fuego
de la pasión con la que se habían amado terminó quemando el recuerdo de aquel
amor truncado por el estúpido orgullo y prejuicio.
Como
casi siempre ocurre en la vida, la realidad suele presentarse carente de
tonalidades extremas y reina el gris, ese tono mediocre que tiñe los muros líquidos
de la modernidad.
Tiempos
llenos de incertidumbre. Si tendría que ponerle un nombre a este año, lo
llamaría “Año incierto” caracterizado por este alto nivel de interrogantes
políticos y económicos. Pero por sobre todo políticos. Elecciones en Estados
Unidos, Francia, Rusia, México, Venezuela, China, Egipto, Kenia y Taiwán,
constituyen la antesala de la dicotomia "militarismo ó
proteccionismo". La democracia y sus enemigos ...
Los
bienes materiales y culturales que importamos traen impresos en el código de
barras un alto grado de transitoriedad, pues últimamente todo cambia. Y aunque
nuestro gobierno haya cortado cierta dependencia a la hora de tomar decisiones
y pese al increíble progreso de América Latina, los efectos del desacelere de
la economía mundial no dejan de condicionarnos.
Desearía
poder hacer oídos sordos a los pronósticos economistas que hablan de una caída
en el crecimiento por sobre el 35% para Sudamérica, situación que podría
empeorarse en caso que China tambaleara. Escucho a los gurús pero al mismo
tiempo creo profundamente en un crecimiento basado en la inclusión y
sustentabilidad latinoamericana.
En
medio de la entropía que mueve las finanzas y la política del mundo, se
encuentra mi propio desorden ése que dejó tu repentino Adiós. Sin embargo, te
espero contra todos los malos pronósticos, duplico la apuesta y me animo a
soñar con la posibilidad de volver a dormirme en tu almohada, revolver juntos
viejas tiendas de libros, emprender un viaje a la montaña y envejecer los
dos a base de risas y caramelos.